Empezamos por observar y describir todo lo que vemos.
“Hay un niño y una doctora y un señor con una gorra y están mirando los pensamientos dentro de la cabeza del niño..”
“¿Cómo sabemos que es una doctora?”
“Porque lleva una bata blanca.”
“Lleva un telescopio”, dice alguien.
“Un estetoscopio”, precisa otra persona.
“Un monitor, un aparato.”
Enseguida nos empezamos a fijar en las expresiones del niño: “tiene cara de susto”.
“Está con la cabeza “así”.
¿Qué nos dice la postura del niño? ¿Está cómodo?
“No se le ve cómodo. Tiene los brazos cruzados.”
“Y la cara de la doctora nos dice que tiene algo malo.”
“O podría ser algo sorprendente.”
Uno de los nietos recoge los dos puntos anteriores y los une: “Algo sorprendente malo”.
“¿Quién será el señor?” pregunta Ellen.
“El padre, podría ser.”
“El ayudante de la doctora.”
“El dueño de la máquina.”
PREGUNTAS
“¿Qué preguntas tenemos sobre la imagen?”
Elena pregunta que por qué tiene el pelo verde.
Ellen anima a todos a lanzarse. “Vamos a jugar a hacer todas las preguntas que se nos ocurran.”
Otro nieto pregunta también sobre el pelo del señor, que lo tiene verde oscuro.
Una abuela interrumpe para preguntar si solo preguntar los niños o si también pueden preguntar los abuelos. “Todo el mundo, puede preguntar todo el mundo.”, dice Ellen.
Otra persona se fija en que los personajes tienen la piel totalmente blanca.
“‘¡El niño tiene el reloj en la mano derecha!” observa un nieto particularmente observador.
Otro niño observa que el niño tiene el pelo naranja.
¿Por qué le habrán llevado a la doctora?
“Porque está enfermo.”
“Porque han querido.”
A una de las nietas le parece que hay algo raro en la vestimenta del señor: “¿Por qué el señor tiene una mezcla de ropa deportiva y para trabajar?”
Es verdad que es curiosa la elección de ropa. Hace que sea difícil saber quien es.
“Puede que haya ido al médico porque se ha sentido mareado.”
Decidimos leer la frase de la imagen: “Es un lector de pensamientos. Tranquilo, solo pita si detecta algo malo. Piiiii piiiiiiii PIIIIIIIIIIIIIIIII!”
¿Qué preguntas nos hacemos?
“¿Qué pensamiento habrá detectado?”
“¿Qué habrá visto?”
“¿Qué pensamiento malo habrá detectado?”
“A mí el tema de la gorra esa deportiva… yo no sé qué pinta ahí. Ni un papá, ni un técnico…”
“¿Te parece sospechosa esa gorra?”
“Es por algo… “
“A mí también me parece sospechosa.”
“¿Por qué la doctora tiene cejas y los otros no tienen?”
“¿No tienen o están escondidas?”
“Se les han escondido del susto que se acaban de dar.”
“Se les han subido para arriba”.
Estamos haciendo preguntas sobre la imagen. Pero y si nos imaginamos que estamos en ese mundo, donde hay una máquina que nos puede leer los pensamientos.
¿A quién le gustaría ir al médico para que te leyeran los pensamientos?
“¡A mí! ¡A mí!”
¿Sí?
¡Estamos sorprendidos!
¿Por qué te gustaría que te leyeran los pensamientos?
Porqueeeee… puees.
Tiene que ser por algo.
¿No os preocuparía?
A lo mejor quiere conocer sus pensamientos secretos.
¿Quién tiene pensamientos secretos?
Al principio algunos somos reacios a reconocerlo. Pero poco a poco vamos reconociendo que sí.
¿Y a quién le gustaría que le leyeran los pensamientos secretos?
“¡Entonces dejarían de ser secretos!”
¿A quién le dejarías tú leer los pensamientos?
“A muy poquitas personas.”
“¿A quién, por ejemplo?”
“A mi compañero de vida.”
“¿Todos los pensamientos?”
“Sí… después de 46 años… no hay secretos.”
¿A algún amigo? ¿A tus padres?
“¡No!” “¡No!”
¿A alguien más? ¿A un profesor?
“A mi familia.”
A tu familia entera. ¿A toda?
“A casi todos.”
¿Para qué podría servir esta máquina?
“Para ver los pensamientos en el monitor.”
“¿A quién deberíamos poder leerles los pensamientos?”
“A nadie.”
Uno de los nietos plantea algo interesante: “Bueno, si el quiere…” Y nos podría surgir la pregunta: Aunque alguien se prestara a ello, ¿estaría bien leerle todos los pensamientos?
¿Y si fuera un criminal que estaba pensando en cometer un crimen atroz?
“Eso habría que hacerlo. En ese caso sí.”
¿En ese caso te parece que sí?
“Porque si no sabemos lo que va a hacer pueden robar de verdad y si lo sabemos podemos ya estar preparados.”
¿Estamos de acuerdo todos?
“¡No!” “¡Sí!” “¡No!”
¿Por qué no?
“Porque creo que no debemos podernos anticipar a nada, aunque sea para impedirlo. No, no estoy de acuerdo. “
¿No deberíamos poder leer sus pensamientos?
“No.”
“Podría haber errores”.
“¿Y si esa persona va de camino a cometer el crimen y por el camino con alguien que le ayuda y se arrepiente? Y si se encuentra con un amigo que le propone que vaya a jugar al fútbol. Y dice uy, pues me voy a jugar al fútbol. Y entonces si nosotros bos hubiéramos anticipado, lo hubiéramos hecho sin razón”.
Estamos de acuerdo de que está complicada la cosa. Y algunos hemos cambiado un poco de opinión escuchando las cosas interesantes que han dicho los demás.
Hemos pasado a la siguiente imagen: