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Blog

EL BOLSO DE LA SIRENA (libros para encantar) - LA CABEZA DEL PULPO. De la filosofía ilustrada

Raquel Martínez

 

Traducimos la reseña de la edición italiana de Mundo cruel, en el blog LETTURA CANDITA

 Mondo crudele, Ellen Duthie, Daniela Martagón (trad. Chiara Ronchi) 

Logos 2023 

“¿¿Quéééée?? ¿Sopa de gato? ¡Puaj!" Amarillo terror: en la mesa, mamá y papá se sirven de la sopera de la que emergen las inconfundibles orejas puntiagudas de un gato y su cola. Terror en la mirada del niño, tranquilidad absoluta en los gestos y miradas de los padres. La escena está precedida por el impactante rosa de la niña que mata las hormigas en fila india a trazos de lápiz y ese hermoso tono de naranja, el naranja mecánico, que encierra una matanza en la lámina: el león con una cabra muerta entre los dientes está rodeado de cachorros que vitorean: ¡al fin comemos!

Seguido de una vista general de un zoológico dirigido por extraterrestres en el que, entre los animales enjaulados, también hay un niño de aspecto triste. Luego sigue una escena de pelea desigual -cinco niños contra uno- en un parque infantil. Y luego más terror en la bañera, al borde de la cual un padre lucha con el lavado vespertino de su hijo recalcitrante y resbaladizo. Sigue la crueldad de un conejillo de indias vestido de científico que estudia y experimenta con un niño pequeño, atado de pies y manos a una mesa de laboratorio. Y luego el pollito asesinado sin querer y así sucesivamente con otras crueldades diarias...

 
 

He aquí el último lanzamiento de Wonder Ponder. Abre, mira, piensa. Filosofía visual para todas las edades: un proyecto editorial tan extenso como ingenioso. Por cada lanzamiento, este es el cuarto después de Lo que tú quieras (que gira en torno a la libertad), ¡Pellízcame! (que gira en torno a la imaginación y el sueño) y Yo, persona (que gira en torno a la cuestión de la identidad) hay un librito cuadrado; todas ostentan el sello rojo del Premio Andersen 2023 como mejor serie editorial. Pero también hay una caja que contiene el libro 'desglosado' en tarjetas. Las 14 escenas ilustradas están sueltas y en su reverso albergan las 9 preguntas que se encuentran en la página izquierda del libro. También hay tres tarjetas en blanco en las que los niños pueden formular una situación, dibujarla y acompañarla de al menos 9 preguntas que, como en el libro, se van a insertar en los recuadros de formas.

A esto se suma toda una serie de otros recursos interesantes que se pueden descargar, preferiblemente pagando una donación para reconocer el trabajo de quienes las concibieron y luego las montaron en el sitio dedicado a Wonder Ponder.

 
 

Así que estos son los tentáculos, pero es la cabeza de un pulpo lo que marca la diferencia.

Diría que, independientemente de la idea básica que no puedo por menos que compartir -hacerle cosquillas a los más grandes 'filósofos naturales' del planeta, es decir, a los niños-, hay al menos dos cualidades que Mundo cruel, junto a sus hermanos, demuestra tener.

La primera radica en la capacidad de saber captar el núcleo de los problemas individuales en torno a los cuales reunir mucha pulpa. Y la segunda radica en el método elegido para hacerlo: preguntar, preguntar.

Además de que, de las cuatro publicaciones, no hay ninguna que no resulte sumamente interesante y de actualidad, dado el panorama de nuestra contemporaneidad: libertad, identidad, crueldad e imaginación...

Pero lo más destacable son las escenas individuales, catorce, en torno a las que gira todo. En Mundo cruel pasamos de la cotidianidad de un parque infantil a una cena familiar, de un león cazando (creo que si hubieran dibujado una leona y la hubieran hecho protagonista, habrían centrado aún mejor la autenticidad del contexto) a un cuento de hadas; desde el perro grande metido en casa hasta el hermanito en la cuna.

 
 

En definitiva, son todos contextos que no necesitan ser explicados porque son conocidos y por tanto intuitivos. Solo en algunos casos, un método que también tiene un fuerte impacto psicológico y al que los niños ya están acostumbrados, que es contar las situaciones con roles invertidos: un padre recibiendo un castigo, un niño en las patas de un conejillo de indias o en una jaula de zoológico...

Pero las preguntas tienen un mérito aún mayor. Y no me refiero a las preguntas individuales, que evidentemente son fruto de mucha reflexión, sino al hecho de proceder, situación tras situación, sólo con preguntas.

Enumero sólo brevemente las ventajas de esta forma de proceder. Primero: todos los niños involucrados pueden partir del mismo punto que es común, precisamente la pregunta. En segundo lugar, la pregunta facilita la exposición (aunque tal vez se hubiera podido poner algún por qué menos) y hace que la comparación entre ellos sea igual. En tercer lugar, la pregunta implica un paso atrás por parte del adulto, que sigue siendo -obviamente- el director de la conversación, pero en el acto de preguntar se coloca en un papel de 'ignorante', es decir, el que no sabe y debe preguntar. En cuarto lugar, la pregunta parte de un punto preciso, muchas veces ligado a la contingencia de un hecho y a la experiencia de todos -¿alguna vez has matado una hormiga u otro insecto a propósito?-. Por lo tanto, al ser una pregunta, en realidad activa un razonamiento, pero lo hace sin crear nunca la sensación de inadecuación.

 
 

En resumen: la pregunta te hace pensar, pero cada uno puede encontrar su propia respuesta, que es la correcta por definición.

Estos cuatro elementos tienen el poder de contribuir a que el resultado sea efectivo y satisfactorio. Y arraigar un método de razonamiento en aquellos que están aprendiendo a tomar las medidas del mundo.

Tuve la suerte de conocer a alguien que había creado un sistema para que, a partir de la formulación de preguntas, las mentes jóvenes crecieran bien: una maestra de secundaria que, vista en acción, en conversaciones sobre grandes temas con su clase, solo les hacía preguntas: siempre se quedaba un paso por detrás respecto a los pensamientos de sus alumnos. Todos tenían la oportunidad de hablar, de ser escuchados y entendidos.

Y lo que pude escuchar de sus voces fue de un valor tan elevado que es difícil de olvidar.

No hace falta decir que los alumnos la querían mucho. Y yo con ellos.

Carla

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