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Wonder Ponder, Visual Philosophy for Children, is an imprint specialising in products for fun and engaging thinking. This website provides accompanying material to our Wonder Ponder boxes, including guides for children, parents and mediators, ideas for wonderpondering and fun games and activities. It is also a platform for sharing your very own Wonder Ponder content and ideas.

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Wonder Ponder va a la cárcel

Ellen Duthie

En el proceso de creación de nuestros títulos de Filosofía visual para niños siempre tenemos muy en cuenta la necesidad de hacer que las escenas para asombrarse (wonder) y reflexionar (ponder) funcionen para el rango de edad más amplio posible y en muchos contextos diferentes. Pero siempre hay sorpresas, contextos en los que no habíamos pensado, o al menos a los que no habíamos dedicado una atención específica en el desarrollo de nuestro trabajo.  

Justo en medio del proceso creativo de nuestro último título, Lo que tú quieras, Irene Amador nos habló de un fantástico proyecto de mediación literaria que desarrolla (junto a tres mujeres más) en el Módulo de mujeres de la cárcel de Soto del Real. Cada dos sábados, de 10:00 a 12:30, Irene, Laura, Belén y Eider visitan la prisión para llevar a cabo el taller. Trabajan con distintos textos escritos por mujeres (desde narrativa breve a ensayos que dan que pensar), hacen actividades de creatividad literaria y pasan un rato agradable juntas. 

Un sábado, según nos contaron, habían llevado nuestro Mundo cruel al taller y lo habían abierto, mirado y leído con las internas, a las que al parecer gustó mucho.  

En Wonder Ponder, recibimos muchos mensajes contándonos contextos nuevos, a veces inesperados, en los que se leen nuestros libros y se dialoga sobre ellos. Una de las cosas más fascinantes de publicar estos títulos es ser testigos de cómo crecen y cómo llegan a lugares y situaciones que no nos habríamos ni imaginado durante el proceso de creación.  

Desde el momento en que Irene nos habló de su proyecto y situó un título de Wonder Ponder en él, cada una de las escenas de Lo que tú quieras, que es al fin y al cabo una invitación a pensar sobre la naturaleza y la experiencia de la libertad, adquirió una lente de realidad, a través de la cual mirábamos las situaciones hipotéticas y escenas de ficción incluidas en el libro desde el punto de vista de nuestros sospechosos habituales -un niño de cuatro años, una niña de ocho años, un adolescente, un estudiante universitario, un padre, una abuela- pero también a través de la mirada hipotética de una prisionera, tomando en consideración las diferencias en reacción e identificación con las escenas que podría tener una prisionera de larga duración en comparación con una prisionera cuya estancia será breve, por ejemplo. 

En la fiesta de lanzamiento de Lo que tú quieras, nos emocionó mucho ver entre el público a las mujeres que realizan este proyecto en el Módulo de mujeres de Soto del Real. Cuando se fueron al final de la noche, se llevaron un ejemplar especialmente dedicado a las prisioneras y un plan para que el equipo de Wonder Ponder las acompañe un sábado por la mañana a una de sus visitas a la cárcel el próximo otoño. 

Seremos sinceras. Nos ponía un poco nerviosas pensar en cómo reaccionarían las mujeres presas del módulo a nuestro nuevo título. La línea entre ser creativas y pensar en situaciones interesantes y cautivadoras y ser frívolas con las realidades de algunas personas puede ser muy fina y aunque habíamos reflexionado mucho y habíamos prestado mucha atención en este sentido, estábamos nerviosas.  

Poco después del lanzamiento del libro, Eider nos escribió y esto fue lo que nos dijo:  

Este pasado sábado estuvimos en Soto Belen y yo, Eider, y les llevamos vuestro último libro-juego. Ya habíamos jugado hace meses con Mundo Cruel y les gustó mucho.

Esta vez estuvimos poquitas porque coincidió con un concierto programado fuera del módulo y muchas de ellas se marcharon (aprovechan las pocas veces que les dejan salir de su módulo, el único que hay de mujeres). Vinieron Laurita y Giselle, dos de las chicas asiduas al taller, y la verdad es que lo pasamos muy bien; dialogamos, nos reímos, defendimos opiniones enfrentadas y salieron muchas reflexiones que nos hicieron replantearnos nuestras ideas e incluso cambiar de opinión. Les contamos que se lo habíais dedicado a ellas y alucinaron cuando vieron la ilustración de la cárcel. Estuvo muy muy bien: escuchar sus puntos de vista sobre la libertad, estando allá encerradas... una de ellas lleva 20 años en distintas cárceles, imagina... Se aprende mucho de ellas la verdad, son unas tías muy majas, nos habríamos pegado horas hablando y comentando las tarjetas.

Lo dicho, va a ser estupendo que vengáis y "wonderponderear" todas juntas :) Además, como no nos dio tiempo a rellenar una de las tarjetas en blanco y las chicas se quedaron con las ganas, será la ocasión perfecta.

Nos hace mucha ilusión conocer a las mujeres del taller de Soto del Real y tener la oportunidad de dialogar sobre la libertad con ellas. Cuando lo hagamos, lo contaremos aquí. 

¿Tienen derecho las niñas y los niños a tener una vida privada que no conozcan sus padres?

Ellen Duthie

Uno de los temas que aparecen con frecuencia en talleres sobre la libertad con niños (con adolescentes, sí, pero también con niños más pequeños) es el tema de la privacidad. ¿Hay que contar todo a los padres o hay partes de la vida que nos podemos guardar para nosotros mismos? 

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Las preguntas como género literario

Ellen Duthie

Hoy hemos recibido la visita de nuestra querida agente, Claudia Bernaldo de Quirós, de la Agencia CBQ. Llegó con buenas noticias, Mundos crueles argentinos, entusiasmo y cariño. No nos referimos tanto al cariño de abrazos, que los hubo, sino al cariño de buena lectora. 

Llegó, pasó al bonito patio de nuestra oficina y, con un puñado de fotocopias en la mano, pasó a comentar su lectura de nuestro nuevo título, Lo que tú quieras. Su forma de comentarlo fue ir leyéndonos en voz alta, para cada escena, las preguntas que más le habían gustado, removido o hecho reír.  

Éstas son algunas de ellas: 

  • ¿Tú eres esclavo o esclava de alguien o de algo?
  • ¿Qué diferencia hay entre educar y domar? 
  • ¿Las elecciones que haces son elecciones libres? ¿Qué es una elección libre?
  • ¿Hay personas que no merecen ser libres? ¿Quiénes? ¿Por cuánto tiempo? ¿Y por qué?
  • ¿Poder volar te haría más libre? 
  • ¿Se puede ser más libre a escondidas que a la vista de los demás?
  • ¿Puedes controlar lo que piensas? 
  • ¿Qué harías si los demás pudieran leer tus pensamientos?
  • ¿Hay personas que merecen más seguridad que otras? ¿Hay personas que merecen más libertad que otras?
  • ¿Crees que deberías poder vivir en cualquier país que quisieras? ¿Por qué?
El dorso de una de las escenas de "Lo que tú quieras"

El dorso de una de las escenas de "Lo que tú quieras"

 

Hay muchas formas de leer nuestros libros. Se pueden leer las imágenes, las preguntas, o ambas, tratando de contestarlas según se van leyendo o se pueden leer como cualquier otro texto, sin tratar de responder necesariamente, sino disfrutando y apreciando las preguntas como texto (con la imagen de telón de fondo). Un texto que puede emocionar, tocar, resonar como cualquier otro texto. La belleza de las preguntas como género.

Así los lee Claudia. Y así nos conmovió esta mañana.

 

 

 

Lo que tú quieras, nuestro tercer título, es una invitación a reflexionar sobre la libertad. Saldrá a la venta el próximo 18 de mayo. 

Lecturas de domingo: Prohibido entrar y salir o ficción de la variedad muy real

Ellen Duthie

El próximo título de Wonder Ponder, Lo que tú quieras, que invitará a lectores de todas las edades a explorar el concepto de la libertad de forma seriamente divertida, se publicará en el mes de mayo.

La investigación que hay detrás de este título incluye lecturas filosóficas y reflexiones en torno a la libertad dentro de nuestro equipo de filósofa-ilustradora-editora, talleres realizados con niños y niñas de variadas edades donde exploramos y producimos imágenes para hacer pensar, talleres realizados con adultos donde analizamos y pensamos cómo deben ser las imágenes y los materiales para invitar a pensar a niños (y no tan niños), y búsqueda y rastreo de imágenes fotográficas e ilustradas ya existentes que den que pensar, para inspirarnos y para alertarnos de que otros pueden haber tenido ya una determinada idea antes y que incluso pueden haberla plasmado mejor.

El trabajo previo en el caso de los otros dos títulos que llevamos ya ha sido similar, pero lo cierto es que en el caso de Lo que tú quieras es muy probable que es donde hemos tenido más material y más ideas concretas para escenas, que hemos tenido que seleccionar y reducir a tan solo 14, las que finalmente figurarán en nuestro tercer libro-en-caja. Pero siempre es difícil despedirse de esas escenas sacrificadas por cuestiones de espacio, a las que habíamos cogido cariño, pero que consideramos que, de una forma u otra, ya están cubiertas por otras escenas y las cuestiones que plantean. 

Una de las escenas de las que nos despedimos para este título era una versión de la que usamos en un taller con niños y niñas de 6 a 9 y 10 a 12 años en la CAM en otoño de 2014: 

"Prohibido el paso. ¡Cuidado! Niño contagioso". Una de las escenas incluidas en la exposición dispara-preguntas y dispara-diálogo sobre la libertad para el taller ¿Y tú, qué piensas? impartido por Wonder Ponder para la CAM en otoño de 2014. Ilustrac…

"Prohibido el paso. ¡Cuidado! Niño contagioso". Una de las escenas incluidas en la exposición dispara-preguntas y dispara-diálogo sobre la libertad para el taller ¿Y tú, qué piensas? impartido por Wonder Ponder para la CAM en otoño de 2014. Ilustración de Daniela Martagón.

La descartamos, nos despedimos de ella y seguimos trabajando.

Y ayer, editando uno de los pies de escena de otra de las escenas que sí ha tenido la suerte de ser seleccionada, retocando tanto en español como en inglés, nos topamos con esta otra, una imagen real de un edificio en cuarentena en Varsovia en plena Segunda Guerra Mundial, que conmueve y sacude como solo la realidad puede hacerlo. Dice: "Tifus. Prohibida la entrada y la salida" en alemán y el polaco. 

A veces nos preguntan si lo nuestro es ficción o no ficción. Y cuando nos topamos con estas cosas, la verdad es que nos hace dudar.  

Lo anunciamos en primicia: uno de los pies de escena del nuevo título es "Prohibido entrar y salir". No se parece a ninguna de las dos imágenes de arriba. Y es ficción, pero de la variedad muy real. 

Que piensen, pero no tanto

Ellen Duthie

Hace unos días nos llamó una profesora para contarnos una anécdota wonderponderiana de su escuela. 

Había llevado Yo, persona unas semanas antes y los niños habían disfrutado de lo lindo, nos decía. Habían hablado toda una hora de una sola de las escenas, elegidas por el grupo, y cuando llegó la hora, no querían que acabara. Algún que otro compañero de la profesora y el director del centro lo había visto de pasada y habían murmurado, sin prestar demasiada atención, "qué curioso, filosofía visual para niños".

Un par de semanas más tarde llevó a sus alumnos Mundo cruel. Conociendo ya la idea y el funcionamiento, el diálogo no tardó en arrancar. Concretamente se centraron en la tarjeta en la que aparece la escena de la portada, donde una familia está sentada a la mesa a punto de comer sopa de gato.

 

En esta ocasión, como la vez anterior les había faltado tiempo, la profesora dedicó prácticamente toda la tarde a wonderponderear, acabando con un mural colectivo con dibujos propios y preguntas propias de los alumnos. Al acabar la jornada, colgaron el mural en la pared de un pasillo y se fueron todos a casa, profesora incluida. 

Al día siguiente cuando llegó a la escuela, varios profesores le miraron con cara de preocupación, señalando con la cabeza hacia el despacho del director. "¿Qué es exactamente eso de filosofía que estabas haciendo con los niños?", preguntó una de las compañeras. "Es un poco fuerte, ¿no?" se animó otra.  La profesora trató de explicarles en qué consistía, y que se trataba de establecer diálogos y explorar puntos de vista, pero los compañeros no lo veían demasiado claro y le comunicaron que el director la esperaba. 

 

Cuando entró al despacho comprendió lo que había pasado. Al parecer, el mural se había caído del muro y alguien lo había recogido. Por eso y solo por eso, había llegado a la atención del director y de algunos compañeros, y habían mirado con más detenimiento el contenido. 

Al director le parecía muy bien "lo de la filosofía y el diálogo", pero pensó que había preguntas que era mejor no hacerle a los niños. ¿Cómo cuál? La que realmente le espantó fue la siguiente pregunta: 

Para que tú comas pollo, alguien tiene que matar un pollo. ¿Comer pollo es igual que matar pollo? 

Era una de las preguntas que los niños y niñas habían querido plasmar en el mural. El director pidió a la profesora que la borrara del mural.

La profesora le preguntó la razón por la que esa pregunta en concreto la parecía problemática y el director le dijo que quería evitar una revolución de las familias, "porque ya verás como todos los niños lleguen a casa diciendo que ya no quieren comer pollo nunca más..." La profesora se rió y le dijo que ninguno de los niños había llegado a esa conclusión, aunque tampoco hubiera pasado nada si alguno lo hubiera hecho o se lo hubiera cuestionado.

Le contó que el diálogo se había centrado en la definición de matar, en la diferencia entre matar y mandar matar, por ejemplo. Había surgido la idea de que quizás comprar carne en el mercado o en el supermercado ya cortadito en filetes y comérselo tranquilamente en casita se parecía más al comportamiento de un carroñero que a un cazador. 

El director torció el gesto, sonrió. "Ah, qué interesante. No... si a mi me parece muy bien el proyecto, pero por favor, borra esa pregunta del mural". 

La profesora le contó que el centro de la conversación, lo que más les había divertido de todo el diálogo, había sido la conversación sobre qué cosas no comerían nunca, nunca, nunca, nunca. Esa explosión de imaginación de cosas en principio incomestibles como repentinas posibilidades para un plato les había hecho primero disfrutar describiendo mil disparates, pero luego centrarse en las razones por las que se puede considerar que algo es comestible o no es comestible. 

Y el director puso fin a la conversación: "me parece un trabajo muy interesante, de verdad, pero sigo pidiéndote que la borres". 

Así que la profesora borró la pregunta. 

¿Cuál es la idea que hay detrás de este deseo de acotar el pensamiento de los niños? ¿Pensamos que censurándoles determinadas preguntas evitaremos que piensen sobre ellas? ¿Que piensen sobre ellas, que construyan sus propias ideas y las sustenten con argumentos nos conviene más bien poco a los adultos? ¿Un niño poco reflexivo es más obediente? 

Justo acabando la preparación de nuestro próximo título, Lo que tú quieras, sobre la libertad, tenemos una tendencia a enmarcarlo todo dentro de un diálogo sobre la libertad. ¿Qué supone esta actitud en términos de la libertad de pensamiento de los niños? En una de las escenas del nuevo título os presentaremos un "lector de pensamientos" con el que una madre controla los pensamientos de su hijo. Asumimos que a este director ni siquiera le hará falta porque parece pensar que evitando la pregunta, evitando el diálogo, se evita ya de partida el pensamiento. ¡Así de fácil! ¿Para qué habría que censurar si se puede evitar?  

¿Humanos en zoos?

Ellen Duthie

Una de las escenas de Filosofía visual para niños de nuestro libro Mundo cruel muestra un zoo alienígena con varias criaturas terrestres enjauladas -entre ellas un niño humano-.

 

La escena por sí sola siempre provoca un diálogo interesante y animado, pero se puede enriquecer aún más combinándolo con fotografías e historias reales de humanos en los zoos y exposiciones de los siglos XIX y primera mitad del XX. 

La fotografía de arriba muestra a Ota Benga, un hombre pigmeo a quien se expuso en el Zoo del Bronx durante dos semanas en septiembre de 1906, en la jaula de los primates. The New York Times contó la noticia así:

Un bosquimano comparte jaula con los monos del Zoo del Bronx

Algunos se ríen con sus gracias, pero muchos están disgustados.

En ocasiones el cuidador le deja en libertad.

Entonces, con arco y flecha, el pigmeo congoleño se echa al bosque.

Ayer en el Parque Zoológico del Bronx hubo una exposición que provocó a muchos de los visitantes algo más que simples risas. Es cierto que risas no faltaron, pero había algo que devolvía la seriedad a los visitantes pensantes. Incluso aquellos que se reían, se marchaban con una expresión en sus rostros como la que se nos queda después de ver una obra de teatro con final triste o un libro en el que el héroe o la heroína salen mal parados.

“Hay algo que no me gusta”: así lo expresaba un hombre.

La exposición era la de un hombre en una jaula de monos. Resulta que el ser humano en cuestión era un bosquimano, uno de una raza a la que los científicos no sitúan muy arriba en la escala humana, pero para la persona media, no científica, que conformaba la multitud de visitantes, había algo de la exposición que resultaba desagradable.

El ser humano enjaulado era el pequeño hombre negro, Ota Benga, a quien trajo recientemente a este país de las junglas centroafricanas el explorador S.P. Verner. El Prof. Verner entregó recientemente a Benga  al Zoológico de Nueva York para que le cuidaran y se hicieran cargo de él. Ayer, cuando se le permitió salir de su jaula, tenía constantemente un cuidador que le vigilaba. A Benga parece gustarle su cuidador. Es probable que sea algo positivo que Benga no sea capaz de pensar con demasiada profundidad. Si lo hiciera, es improbable que se sintiera demasiado orgulloso de sí mismo cuando se despertó por la mañana y se encontró bajo el mismo techo que los orangutanes y los monos, porque ahí es donde realmente se encuentra.

La noticia de que el pigmeo estaría expuesto hizo que en la tarde de ayer acudieran al parque zoológico más visitantes que otras tardes de sábado. La casa de los monos – o, mejor dicho, primates- es el centro de la familia de animales del Director Hornaday.

Para hacer las vidas de los orangutanes más interesantes y hacer más visibles sus acciones para los visitantes, se ha construido una jaula de acero en el extremo sur de la casa de los primates. En los días más frescos de la semana pasada los chimpancés evitaron esta jaula abierta. Son muy sensibles al frío y prefirieron meterse debajo de la paja en el interior de la casa de los monos.

Como sus compañeros de casa, los orangutanes y los monos, Benga tiene una habitación dentro del edificio. Como las demás, la puerta da a una jaula pública.

Una multitud que oscilaba entre 300 y 500 personas vieron al pequeño hombre negro divertirse a su manera ayer. No le gustan las multitudes, especialmente los niños, que le incordian. Así que tejió hamacas y alfombras, que sabe hacer, habló con el loro, traído de la jungla junto a él, y disparó con su arco y flecha a varios puntos marcados dentro de la amplia jaula. Para lo último, los trabajadores del zoo habían dispuesto montones de paja contra un lado de la jaula. Los niños se lo pasaron muy bien con esto, especialmente cuando fallaba, que ocurrió muy pocas veces. Luego les ponía caras.

Un poco después del mediodía, se permitió a Benga salir al bosque. Un cuidador le observaba a distancia. Es improbable que nadie haya visto un mortal más feliz. Agarrando su arco y flecha, se adentró saltando en el bosque y corrió de un lado para otro.

En libertad, Benga parecía estar de vuelta en África. Escudriñaba el interior cada tronco hueco y observaba los árboles y arbustos en busca de pájaros y ardillas. Pero las multitudes no tardaban en encontrarle y entonces tenía que volver a moverse. Al final el cuidador tuvo que devolverle a la casa de los monos.

Pero no era fácil mantenerle ahí. Con frecuencia aparecía en la puerta, y con una mirada muy fácil de entender para los cuidadores, les decía que prefería estar entre los árboles y los arbustos. Le soltaron de nuevo y se fue caminando hacia el restaurante. El cuidador le siguió. Parece que Benga ha adquirido una costumbre civilizada desde que llegó. Le encantan los refrescos.

Benga se pagó el refresco con el dinero que le dio el fotógrafo del zoo para quien había posado antes.

No ha habido ninguna intención de dar a Benga una apariencia grotesca. Lleva pantalones blancos y una chaqueta caqui. Lo único que lleva desnudo son los pies.

Publicado el 9 de septiembre de 1906. Copyright © The New York Times

Esta otra fotografía muestra a una niña pequeña congoleña, expuesta y posiblemente siendo alimentada por un miembro del público, en la Expo 1958, la Feria Mundial de Bruselas, como parte del 'poblado' congoleño expuesto para el interés de los visitantes. 

Tanto que pensar....

¿Y tú? ¿Practicas el adoctrinamiento bienintencionado?

Ellen Duthie

Una postura generalizada en el mundo educativo y en el mundo editorial infantil es que es conveniente/deseable/nuestra-responsabilidad-como-adultos inculcar en los niños una serie de valores o formas de ver el mundo. 

La mayoría de los adultos acusaremos de adoctrinamiento a los esfuerzos por inculcar valores que no compartimos y en cambio consideraremos "educación como debe ser" aquellos esfuerzos por inculcar valores que sí compartimos o que creemos que deberíamos compartir.  

Mosaico de partes de escenas de Mundo cruel. Un conjunto de 14 escenas de crueldad que dan que pensar y a las que puede añadir el joven lector/pensador, dibujando las suyas propias y planteando sus propias preguntas.

Mosaico de partes de escenas de Mundo cruel. Un conjunto de 14 escenas de crueldad que dan que pensar y a las que puede añadir el joven lector/pensador, dibujando las suyas propias y planteando sus propias preguntas.

En Wonder Ponder, el adoctrinamiento de posturas que no compartimos nos produce rechazo -como a todos-, pero el adoctrinamiento de posturas que sí compartimos también nos da dolor de cabeza y nos incomoda profundamente. Este tipo de adoctrinamiento no suele ser un adoctrinamiento declarado, sino que con frecuencia va disfrazado de "reflexión". Pero reflexión es otra cosa.  

Para reflexionar sobre esto, y entender mejor nuestra postura al respecto, os invitamos a leer este artículo de Yorokobu, titulado Filosofía visual para niños como alternativa al adoctrinamiento.     

Y para completarlo, podéis leer estos dos posts de nuestro blog:
¿Quién se atreve a no adoctrinar? 
Y
Por qué nunca haríamos un título sobre la bondad o la aceptación de la diversidad

¿Quién teme al porqué feroz?

Ellen Duthie

La serie Wonder Ponder, Filosofía visual para niños, se basa en la pregunta y en el cuestionamiento de nuestras opiniones, posturas y reacciones dadas para, entre otras cosas, concienciar sobre la dificultad y el esfuerzo que requiere saber qué piensa uno sobre el mundo y sobre sí mismo, por qué piensa lo que piensa y cómo llegó a esa postura. Por el camino, la intención es también que experimentemos lo divertido que puede ser este proceso de ejercer nuestra responsabilidad de pensar las cosas "en serio". 

El primer título de la serie - Mundo cruel- invita a lectores de ocho años en adelante (también a adultos) a pensar sobre la crueldad y acerca de nuestra relación con la crueldad de un modo que es a la vez serio y seriamente divertido. Las escenas curiosas que contiene detonan preguntas intrigantes que invitan a la reflexión y al diálogo, estimulando el desarrollo de un pensamiento propio y facilitando la construcción de un mapa visual y conceptual de la crueldad.  

Desde su lanzamiento el pasado mes de noviembre, han aparecido numerosas reseñas en medios de comunicación y blogs muy positivas y en muy buena sintonía con las intenciones e intereses con los que nos embarcamos en este proyecto.

Nos resulta estimulante lo entusiasta de muchas de las reacciones y estamos muy satisfechas, no solo por haber hecho exactamente lo que queríamos, del modo exacto en que lo queríamos hacer, sino por aparentemente haber logrado comunicarlo con éxito.

Igualmente, la aceptación en librerías ha sido muy buena, así como entre los profesores –desde maestros de preescolar, hasta profesores de secundaria, desde para fomentar el diálogo en tutorías hasta para realizar proyectos de investigación en Educación para la ciudadanía- y entre las familias que han lo han jugado y leído en casa. Las reacciones y experiencias han sido muy positivas.

Pero en este post queremos hablar de las excepciones: de las reacciones menos positivas y que dejan entrever varias preocupaciones que parecen repetirse. Son preocupaciones muy frecuentes en torno a la infancia, a la educación y al material que se presenta a los niños, por lo que nos parece importante abordarlas. Por eso y porque quizás sirva para explicar en mayor detalle nuestro proyecto de Filosofía visual para niños y niñas. 

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Pensando sobre estas preocupaciones y sobre nuestra respuesta a las mismas, nos ha parecido que todas tienen que ver con el uso de la pregunta como eje del material (sin dar respuestas "correctas", ni siquiera "buscadas" o "deseadas"). La pregunta verdadera (no la que busca y exige una respuesta predeterminada, ni la retórica, ni la de cortesía) como forma de comunicación, de indagación y descubrimiento es algo a lo que estamos poco acostumbrados, por lo que en cierto sentido es normal que despierte dudas e inseguridades, especialmente cuando lo aplicamos a nuestra relación con niños y nos reconocemos a nosotros mismos como co-indagadores en lugar de autoridades transmisoras de verdades. No es tan fácil. 

Veamos entonces esas dudas. 

1. ¿Realmente es lícito cuestionarlo todo, "jugar" con todo? 

Una librería a la que mandamos Mundo cruel como regalo a modo de carta de presentación, devolvió el título a nuestro distribuidor con una nota vehemente: “no puede estar más alejado de nuestra forma de ver el mundo”. La verdad, no entendimos qué quería decir. Nuestra esfuerzo se centra en no presentar una visión determinada del mundo (aunque sí una forma de relacionarse con el mundo, de observarlo, de pensarlo y de evaluarlo), por lo que no entendíamos que hubiéramos presentado una visión que pudiera ofender. Tras pensarlo mucho, se nos ocurre que esta reacción visceral puede ser por el uso del humor en un asunto tan serio como la crueldad. "Ciertos temas no son para reírse", parece que nos querían decir. "Con la crueldad, no se juega, ni se cuestionan determinadas verdades". Si nuestra interpretación es correcta, se entendería que para abordar la crueldad con niños, sería más apropiado hacerlo desde la condena inequívoca que desde la reflexión abierta, que deja lugar a posibles respuestas que no preveíamos y no queríamos inculcar en el niño como adultos responsables de su formación.

La forma más habitual de hacer esta condena inequívoca sería mediante la presentación de modelos a seguir o ejemplos a evitar. El choque estaría entre una reflexión abierta (y por tanto no controlada en su resultado) frente a la necesidad o conveniencia de ejemplarizar (positiva o negativamente) en la educación ética y moral.  

En general, en la historia de la literatura infantil y en el material concebido para educar en valores, se distingue entre las modalidades donde se presentan conductas y modelos positivos a imitar y las modalidades donde se presentan conductas y ejemplos negativos a evitar. En el sentido en que nos interesa aquí, se trata de dos lados de la misma moneda: la condena inequívoca o la prescripción inequívoca. Según este enfoque, que sigue siendo predominante en la educación en valores y en la "literatura" al servicio de la educación en valores, el mundo adulto acuerda una serie de valores que sería nuestra responsabilidad transmitir e inculcar en los niños -adultos del futuro- y se diseñan medios de transmisión a tal efecto que muestren ejemplos de niños tomando la decisión "correcta", por ejemplo, en una determinada situación. 

La idea es que mediante la presentación del ejemplo de la toma de decisión "correcta" por parte del modelo a imitar, los niños van asimilando el valor como algo deseable y correcto. A base de repetición durante la educación de los niños, estos valores acabarían asimilándose. 

Este enfoque asume un modelo de transmisión o inserción de valores, en el que, por ejemplo, la idea de que "no hay que matar hormigas" se transmite al niño, que aprende y asimila, en dicha transmisión, el precepto moral.  

El problema aquí es el concepto de aprendizaje. El modelo de "transmisión de valores", en el que el niño sería un recipiente a llenar por unos adultos que saben, otorga un papel pasivo al sujeto aprendedor que imposibilita, a nuestro modo de ver, un verdadero aprendizaje. Para que tenga lugar el aprendizaje, el niño debe ser una parte activa -la principal- de ese aprendizaje, y en este modelo no es fácil verlo. 

Se podrá reclamar que en este modelo, el proceso de transmisión también puede ir acompañado de un proceso de reflexión. Sin embargo, la propia forma en la que se presentan los ejemplos imposibilita una reflexión real. La reflexión requiere preguntas reales, requiere de cierta ambigüedad, de la posibilidad de que haya otras formas de ver el mundo. Si en la propia presentación del caso, se excluyen otras formas de ver, la reflexión no puede ser más que un nombre bonito que ponerle a un simulacro. 

Así, la decisión "difícil" que suele tener que tomar el modelo de comportamiento ejemplar se presenta en forma de supuesto dilema moral cuando en realidad suele ser una burda elección entre "el bien" y "el mal". (El verdadero dilema moral se da, por ejemplo, cuando la circunstancia obliga a elegir entre dos males). 

Lo que Wonder Ponder propone, frente al modelo ejemplar (a imitar o a evitar) es un modelo de indagación moral, que exige cuestionamiento, reflexión, y asumir responsabilidad por nuestros posicionamientos. Frente a la condena o ejemplarización inequívoca proponemos una reflexión abierta. ¿A riesgo de que alguien pueda alcanzar una conclusión "no deseada"? Decididamente, sí. Una conclusión meditada y argumentada ante otros será más real y nos dirá mucho más acerca de su "propietario" que una conclusión recibida en bandeja y "asimilada". La vida moral y ética rara vez viene en blanco y negro. Y si los adultos rascamos un poco, no tardaremos en traducir ese "blanco y negro" en "imitable y evitable": 

No sólo es lícito cuestionarlo todo, sino que, si somos serios, es imposible no hacerlo. 

2. ¿Cuestionar y pensar sobre determinadas cosas puede hacernos sufrir? 

Un cliente de una de nuestras librerías estrella (hay un puñado de librerías en España que parece que trabajan para nosotras de tanto que nos recomiendan y venden -¡gracias!-) parecía interesado en un inicio pero luego dijo: “pero si le enseño esto a mis hijos, pensarán en ello”. “Sí’, dijo la librera, “esa es la idea”.  

Entre adultos, es frecuente pensar que exponer ciertos materiales a los niños les puede hacer pensar en temas en los que de otro modo no pensarían. La preocupación parece ser que presentarles material sobre ciertos temas (como pueden ser la muerte o la crueldad) les expone innecesariamente a asuntos de los que de otro modo serían más o menos felizmente ignorantes o al menos asuntos que de otro modo no someterían a una reflexión pausada, sacando o entreviendo una serie de posibles conclusiones, quizás no demasiado reconfortantes.

Lo importante, creemos desde Wonder Ponder, es entender que los adultos no imponemos la agenda de los temas en los que van a pensar los niños. No podemos controlar lo que "entra" en el niño, ni tampoco lo que sale del mismo. No podemos garantizar que el niño solo pensará en lo que le permitimos pensar con nuestros filtros y escudos. Los niños, desde edades muy tempranas piensan sobre la vida, la muerte, la enfermedad, la injusticia, la felicidad, la crueldad, la culpa, la frustración, y también muestran perplejidad sobre la propia existencia, la diferencia entre fantasía y realidad, entre lo verdadero y lo falso y lo que podemos saber con certeza y lo que no.

Pensar sobre determinadas cosas puede ser duro, pero lo es mucho menos si se piensa y se dialoga abiertamente y se contrastan visiones que si se aparca o se posterga el pensamiento "para cuando seas más mayor y lo entiendas".  

3. ¿Pero para qué vamos a preguntar y pensar sobre estas cosas cuando no hay ningún problema? 

El propietario de otra librería nos dijo que no entendía por qué se habría de hacer pensar a los niños en estas cosas (“quizás para niños con problemas, que necesiten terapia”). “Los niños de ahora”, añadió, “son tan inocentes que ni siquiera reconocerían la crueldad si la vieran. Mis hijos y sus amigos son todos muy buenos, yo lo veo cuando los observo jugar”.

En este caso, se produce un choque entre el modelo de esperar a abordar problemas hasta que salgan a la luz y tratarlos únicamente con los protagonistas directos del problema frente al modelo de reflexionar sobre situaciones reales, hipotéticas, ficcionales o futuras para que, en caso de que surja un problema o una situación difícil de afrontar se sepa identificar y que ya haya un proceso de reflexión previa que puede servir de herramienta para abordarlo o comprenderlo mejor. 

Nosotras entendemos que si esperamos a que surjan los problemas para dialogar, corremos el riesgo de limitar el diálogo a momentos de necesidad, como si el diálogo fuera algo a evitar a no ser que sea estrictamente necesario. Desgraciadamente estos momentos de necesidad suelen ser también momentos dramáticos y traumáticos. Y en estos momentos, efectivamente, es muy difícil hablar. Especialmente si nunca se ha hablado antes. 

Pensar y preguntar sobre estas cuestiones "sin venir a cuento", puede ayudar a los niños y niñas (y a nosotros) a afrontar cuestiones, pensar sobre ellas, darles la vuelta, prepararnos y familiarizarnos con cuestiones que ya están afrontando o que afrontarán en algún momento en el futuro próximo. Les ayuda a identificar sus propios sentimientos y las razones por las que pueden sentir lo que sienten y también los sentimientos de otras personas. Les hace conscientes de que es posible pensar sobre el mundo y les da “permiso” para pensar sobre ello. 

Lo que se propone desde Wonder Ponder, y desde la filosofía para niños en general, es hablar con los niños sobre todo, para que se acostumbren a pensar en todo tipo de cosas. Como efecto secundario de la reflexión filosófica, es muy posible que estén mejor equipados para afrontar ciertas cosas, o que tengan menos miedo para hablar de ellas, cuando se les presenten sin avisar en la vida.

4. ¿No es inevitable dirigir el pensamiento de los niños hacia donde "nos interesa"?  

Y por último, hay a quien preocupa que dirijamos inevitablemente el pensamiento de los niños hacia donde "nos interesa". Es una preocupación que suele expresarse antes de haber visto el contenido de la caja con detenimiento, pero lo que parece preocupar es que las preguntas dirijan en alguna dirección determinada al niño.  

¿Por qué será que salta la preocupación más cuando se dirige hacia el cuestionamiento y a la pregunta que cuando se dirige el pensamiento propiamente dicho, en forma de mensaje o moraleja?

Lo que nos proponemos en Wonder Ponder es usar esa capacidad de “dirigir” de la imagen para provocar preguntas en lugar de dirigir a pensamientos determinados, como ocurre con demasiada frecuencia en la literatura infantil, y no hablemos ya de material sobre valores. Dirigimos a preguntas y luego a la pregunta contraria en una misma imagen.

Si un niño está enfadado, queremos que el lector/jugador se pregunte por qué y no necesariamente interprete el enfado como una explicación de la escena.

Hemos cuidado mucho que cada imagen "contenga multitudes", a lo Whitman. Y precisamente, a la vez que aparentemente dirijan en una dirección determinada, propongan justo la contraria o introduzcan una duda. Hemos incorporado perspectivas múltiples siempre que hemos podido. Invirtiendo roles, exagerando realidades y cuestionando lo a menudo incuestionable se trata de que cuando miremos las imágenes precisamente nos asalten dudas de todo tipo, antes de darnos cuenta de que para contestar servirá mucho empezar de nuevo.

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Los libros que hacen preguntas sin proporcionar respuestas y como en este caso, donde no hay una respuesta “correcta” que el adulto puede reservar hasta el final del proceso de reflexión para soltarla como un mago y resolver todas las dudas, despiertan dudas e inseguridades en muchos adultos.

En un sistema educativo y en general en una sociedad donde se concibe a los niños como recipientes en los que podemos verter lo que más nos interesa como sociedad o lo que creemos que más puede interesar al niño para vivir en esa sociedad, donde se opera desde el convencimiento de que podemos controlar lo que entra en el niño, como adulto no es fácil ni cómodo bajarse de ese pedestal de autoridad, donde tan seguros y tan a gusto nos encontramos, para caminar con el niño y –de verdad indagar junto a él en las posibles respuestas a una pregunta.  Reconocer que él o ella te puede iluminar a ti, al igual que tú a ella. Abrirse a que te haga una pregunta cuya respuesta desconoces y poder decir: “no lo sé, pensémoslo juntos” y luego pensarlo juntos de verdad, y no desde la superioridad adulta. Esto no es fácil tampoco. Y Wonder Ponder demanda justamente eso. Wonder Ponder le dice al mediador, ¡eh tú! ¡Juega tú también! ¡Piensa tú también, que no lo tienes tan claro! 

¡Y seguimos preguntando!

En la segunda caja, que se editará en mayo, planteamos escenas y preguntas sobre la identidad personal y la inteligencia artificial. ¿Sabes con total certeza que eres una persona? ¿Cómo sabes que en realidad no eres un robot? Si tuvieras dos o tres cerebros, ¿serías dos o tres personas? ¿Qué es exactamente una persona? Y tú, ¿qué piensas?